Desde hace un tiempo, estoy dando una mirada de vez en cuando a una revista online sobre metodologías ágiles en portugués. Visão Ágil, como tarea hogareña del curso portugués que estoy haciendo, y con la intención de leer un poco sobre este tema (como dice la poco ecológica metáfora: matar dos pájaros de un tiro).
La técnica del Tomate
En el blog de esta revista encontré recientemente un artículo sobre la “Técnica Pomodoro” de Manoel Pimentel. La Técnica Pomodoro se utiliza para la administración personal del tiempo, y está inspirada en ideas de las metodologías ágiles, como TimeBoxing y el uso de herramientas de “baja tecnología”, puntualmente: papel, lápiz y un timer de cocina.
Estos timers con forma de tomate (pomodoro en italiano) son los que dan nombre a la técnica
Si bien ese artículo tiene un mindmap que resume muy bien los puntos clave, lo que más destacaría es la simplicidad, el énfasis en mantener el foco, y la asignación rígida de tiempos (véase TimeBoxing) tanto a las tareas como a los intervalos de descanso entre éstas.
Con respecto a este último punto, el libro oficial que puede descargarse de http://www.pomodorotechnique.com destaca la importancia de estos intervalos para “asimilar lo aprendido y hacer algo bueno por tu salud”, como caminar, ejercicios de respiración o contar un chiste. Interrumpir este período de descanso con cualquier tarea que implique un esfuerzo mental, “bloqueara el constructivo proceso mental de integración necesario para estar alerta y listo para el proximo ciclo”. Una especie de build de integración que se ejecuta periódicamente en background en nuestro cerebro.
El último que se escondió arma el release!
Sin embargo lo que quería mencionar en este artículo (y por eso el título), es algo que me parece muy valioso y puede pasar desapercibido a primera vista. Es el espíritu lúdico que hay detrás de esta técnica (vi este punto escrito en el mindmap del artículo de Pimentel).
Una idea que tambien está implícita en varias técnicas utilizadas en metodologías ágiles.
Creo que en esta manera de encarar el trabajo (y cualquier otra cosa) hay mucho más jugo de lo que se cree habitualmente. Especialmente en ambientes que promueven la productividad y la creatividad.
No hay que confundirlo con una forma de hacer apología de la competencia (que casi nunca es sana), o de esquivar el bulto a las tareas tediosas. Se trata más bien de evitar que nuestro trabajo sea una letárgica marcha atrás de la recompensa monetaria de fin de mes (Dispositivo del burro y la zanahoria),
para empezar a disfrutar del día a día, transformándolo en un juego constructivo, hasta casi “sentir que no trabajamos”.
Sin duda el tema, da para mucho más que este artículo (y para autores más calificados!) pero la intención era traer a colación el tema, y tratar de poner en evidencia, o preguntar, ¿Cuántas cosas hacemos (o podemos hacer) en este sentido?